DESPEDIDA EN LA MAR

Rompiendo los azules su silueta,
como un árbol mimado por las olas,
soñando que abandona la caleta,
su corazón anclado llora a solas.
Entonando tañidos con sus cuerdas,
arrullando a sus mástiles y velas,
se mece entre las horas y bosteza.
Pero al alba despierta enfurecido
y entre gritos, sirenas y silbidos
se triplica en altura enardecido,
rodeado de níveos bramidos,
el cántico furioso de su aliento.
Hace una reverencia por babor
saludando educadamente al viento,
hace un guiño a la tierra con fervor
pues ella ha recubierto su deseo,
e inflamadas sus velas sin pudor
zarpa el navío, rey del firmamento.
Las alas cubren raudas todo el cielo,
pues no quiere llorar al descubierto.
Los marinos contemplan en silencio,
sus altivas mujeres en el puerto.
Han bebido del cáliz en secreto
y con la mar comparten su tormento:
Que sus maridos quisieron amar
un efímero amor en tierra firme
y otro eterno en los abismos del mar.
M.A.W. enero 2004®
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